jueves, 13 de enero de 2011

PLAN DE LECTURA (1)



1. ¿Por qué implicarnos en un Plan de Lectura?

No porque se trate de la nueva moda de la Consejería, no hay que responder a una exigencia de la Administración. La exigencia no nos viene de arriba sino de abajo. Se trata de una exigencia de respuesta a las necesidades de nuestros alumnos. No responde a una moda sino a una necesidad. Plantearnos un Plan de Lectura para “promover el gusto por la lectura, desarrollar el hábito lector y mejorar el dominio de la competencia lectora” es plantearnos el eje mismo de nuestra tarea educativa, debe responder a una exigencia de nuestra función, si para exigencia podemos aprovechar una normativa legal tanto mejor. Debería haber un Plan de Lectura aun cuando no haya una Orden que los implante, esa Orden sólo debería ser un pretexto más para proponérnoslo. Si nada tenemos que mejorar y únicamente es cuestión de seguir haciendo lo que se hacía antes sólo que “bendecidos” por la Administración, quizás no merezca la pena el esfuerzo.
¿Qué papel pensamos que desempeña la lectura en el proceso educativo? En un abanico de 1 a 5 ¿cómo puntuaríamos la importancia de la lectura en ese abanico? ¿Qué estamos poniendo en juego y qué estamos dispuestos a apostar? Seguramente se tratará de un papel esencial. La mayoría de los problemas de aprendizaje se encuentran relacionados directa o indirectamente con la lectoescritura y aún así su tratamiento pedagógico no ocupa sino un lugar complementario, el que nos marcan los libros de texto. Las dimensiones del Plan deberán estar en función de ese papel.
De los fundamentos de la lectura intentaremos derivar sus contenidos y, por lo tanto, justificarlos. Justificar su amplitud y las razones por las que merece la pena implicarnos en él. Tocamos el corazón de la función de la escuela, la razón de ser de nuestra labor. Se trata de un panorama amplio, pero que no nos debe producir vértigo puesto que no hacemos más que fijar nuestra atención y esfuerzo en el centro de esa tarea, en lo esencial. Es una manera de planificar para maximizar logros y minimizar esfuerzos (aunque como veremos, los esfuerzos son consustanciales a nuestra labor docente), de recuperar la ilusión y volver a apasionarnos.


2. ¿Con qué tipos de lectura nos encontramos?

Antes de entrar en los tipos de lectura quizás convenga detenernos previamente en aclarar lo que entendemos por lectura. Para muchos autores, pura y llanamente, leer es comprender, no hay lectura sin comprensión. La dificultad la podemos encontrar a la hora de ponernos de acuerdo en lo que significa la comprensión. El proyecto PISA, tan sonado y que parece nos empieza a marcar los caminos a seguir, nos aporta una definición muy completa de lo que debemos entender por lectura: “la capacidad lectora consiste en la comprensión, el empleo y la reflexión personal a partir de textos escritos con el fin de alcanzar las metas propias, desarrollar el conocimiento y el potencial personal y de participar en la sociedad”. Se trata pues, de una actividad compleja que implica comprender textos escritos, el uso y empleo de la información obtenida y que posibilita la reflexión personal. Es una actividad que no se trata simplemente de un proceso pasivo de decodificación sino que es un proceso interactivo entre el lector y el texto, no se puede limitar a lo académico sino que ha de emplearse en múltiples situaciones y contextos, no se trata de una mera recepción pasiva de significado sino que se plantea como reflexión personal y, por último, no se trata de una mera actividad lúdica y de entretenimiento sino que tenemos que plantearnos una lectura plural con múltiples objetivos de tipo estético, cognitivo, social, etc.
Ahora, ¿para qué leemos?
Leemos para divertirnos, para pasar el rato, por puro placer. El placer es algo absolutamente libre y personal, se puede educar a disfrutarlo pero no el hecho en sí de disfrutarlo o no. Estamos educando el gusto por la lectura. Estamos animando a esa lectura. Animación lectora. En este aspecto, normalmente (cada uno disfruta con lo que quiere) lo que estamos trabajando es con la Literatura infantil y juvenil.
Pero la lectura no se acaba en ese mundo lector. También leemos para informarnos, para resolver un problema, para investigar su solución o simplemente para conocer. Son ámbitos de lectura que ya no tienen porque estar atravesados por el placer, a menos el inmediato, sino que tienen que ver más con estrategias que implican rutina, sistematización. Estamos trabajando aquí la competencia lectora; el hábito lector no sólo como costumbre frecuente sino también como destreza para ejecutar la lectura. En todo momento es esencial pero en este más el dominio de la lectura comprensiva. Se trabaja con libros documentales y las Nuevas Tecnologías que permiten un acceso rápido a múltiple y variada información..
Leemos libros completos de diversas características y textos continuos en enciclopedias, prensa o en la pantalla del ordenador. Se trata de formatos continuos. que son con los que trabajamos habitualmente en la escuela.
Sin embargo la verdadera autonomía lectora nos exige en la vida leer en otras múltiples situaciones y formatos. Leemos el plano del metro, el mapa de carreteras, el plano de la ciudad, el prospecto de una medicación, las instrucciones de montaje o de funcionamiento de un aparato, los resultados de la bolsa o de la liga de fútbol, la guía telefónica o el impreso de solicitud de una matrícula. Son inagotables los ejemplos que podríamos plantear, la vida nos rodea de letras y palabras, de descodificaciones permanentes. Se trata de un aprendizaje esencial para una autonomía vital, más evidente, si se quiere, que el anterior. Plantearse ese aprendizaje supone trabajar de una manera sistemática con múltiples tipos de formatos discontinuos.

PLAN DE LECTURA (2) PLAN DE LECTURA (3)

PLAN DE LECTURA (2)




¿Por qué leemos? Verdades de Perogrullo.

No se lee por grandes reflexiones metafísicas. La verdad es mucho más sencilla. Sólo lee quien puede y quien quiere. Leemos porque podemos y porque queremos:

- Leemos porque podemos.
Podemos leer simplemente por dos factores: porque sabemos hacerlo y porque tenemos a nuestro alcance recursos para poder hacerlo.
o Sabemos leer: es decir, tenemos las competencias adecuadas. No podremos empeñarnos en que lea quien no sepa leer. Evidentemente, un plan de lectura para aquellos que no saben leer debe empezar por enseñarles a hacerlo. Nos podemos encontrar con alumnos que, encontrándose al final de Primaria, no poseen las competencias adecuadas para utilizar la lectura, mucho menos para disfrutar con ella. El primer componente de un buen plan de lectura se debe tratar de un buen plan de competencia lectora. Una planificación de las microhabilidades necesarias para una buena competencia lectora, un proceso de paso del excesivo verbalismo a unos saberes de tipo procedimental que convierta los actos que se celebran en el aula en actos de aprendizaje más que de enseñanza, un establecimiento de rutinas que acostumbren al alumno a enfrentarse a un texto informativo, una planificación del trabajo con técnicas de estudio, un trabajo de los esquemas mentales y de las estrategias cognitivas que subyacen en el acto lector propiamente dicho.
o Tenemos libros a nuestro alcance:
Hay libros y son libros que me interesan o son útiles. resulta una obviedad no tan obvia. Sólo lee libros quien los tiene y le son de algún interés. Con cuantos colegios no podemos encontrar que o no tienen libros o si los tienen resultan absolutamente inapropiados, los de carácter informativo son escasos y, frecuentemente, inaccesibles; los de literatura infantil y juvenil manoseados y una castaña. Plantearse un Plan de Lectura supone establecer un plan de dotación de libros. Equilibrar el fondo bibliográfico del centro entre libros de literatura infantil y juvenil y de consulta y hacerlo con arreglo a unos criterios de calidad y de carácter educativo.
Están en un lugar al que puedo acceder con facilidad. A veces hay libros pero se encuentran bajo siete llaves, en aquel cuarto oscuro al que nadie tiene permitido el acceso y solo del que de vez en cuando el maestro rescata algún ejemplar de sus profundidades. Un plan de lectura ha de ser también un plan de creación, organización y gestión de las bibliotecas de aula y de centro. Se trata de catalogar libros, pero no sólo de eso, sino de conseguir unos espacios adecuados que faciliten y animen la lectura, de una organización que el alumno sienta como suya y en la que se sienta cómodo, unos lugares cercanos en los que se viva ese punto y aparte de la lectura.
Hay un tiempo en el que puedo leer. Podemos tener libros, podemos tener miles de ellos prodigiosamente catalogados, tejuelo a tejuelo, podemos tener nuestras preciosas bibliotecas admiración de los más reputados estetas, podemos incluso tener nuestro horario de cambio de libros perfectamente regulado y, sin embargo, seguir percibiendo que continúa siendo una anécdota más en el centro. Un plan de lectura ha de suponer también un plan de organización de los tiempos escolares en el que se fije un horario amplio de apertura de la biblioteca del centro como lugar de estancia tranquila y útil, una organización de los tiempos semanales que la rentabilice en todas las áreas y niveles, la institucionalización de unos momentos diarios en los que la lectura libre y espontánea pueda tener lugar, establecer en el horario semanal un momento específico e intocable para la enseñanza, práctica y animación lectora.
No es algo puntual en nuestra vida. No se trata de funcionar a impulsos, respondan a un estimulo exterior o sean fruto de nuestra anárquica creatividad. Convertir el centro, por unos días en lo más de lo más de la animación lectora, para pasados esos días volver a la triste rutina diaria. Las grandes ideas están bien pero están mejor si responden a un plan más amplio y están instaladas en un proyecto que abarca el resto de las tareas educativas que se desarrollan en el colegio. La renovación de estas prácticas no puede limitarse a un día, ni a una semana, ni a unas cuantas semanas del curso, ni siquiera a un curso escolar. Se trata de sistematizar esa renovación a lo largo de la etapa escolar de cada uno de nuestros alumnos. Ellos son la razón de ser de esa renovación y tienen derecho a que los funcionarios responsables de su educación se comprometan a una planificación a medio y largo plazo que permita ver los frutos deseados. Estamos hablando de la necesidad de que el plan de lectura sea un Plan de centro que se fije objetivos amplios para ese medio plazo y objetivos realistas para el corto, que se fije estrategias (habituales, rutinarias) a aplicar por todos y que todos se comprometan a realizar ese esfuerzo sostenido en el tiempo.


- Leemos porque queremos. Son muchos los ejemplos a nuestro alrededor por los cuales una persona se encuentra con la situación ideal para ser lectora y, sin embargo, inevitablemente parece empecinarse en no leer. Sencillamente no lee porque no quiere. ¿Por qué motivos adoptamos un comportamiento? Fundamentalmente por dos motivos: porque se trata de un comportamiento que me atrae por las razones que sean o porque la que me atrae es la persona que lo tiene y yo, en el fondo, quiero parecerme a ella.
o Porque se trata de un comportamiento que me atrae. Un persona decide adoptar un comportamiento bien porque en si mismo le resulta placentero o, aún no siendo placentero en lo inmediato, supone una gratificación posterior que lo rentabiliza haciéndolo merecer la pena. Estamos empeñados en transmitir a nuestros alumnos el placer que representa la lectura, el disfrute que se consigue en el acto mismo de leer. la magia de la lectura. Así es con frecuencia, pero leer no siempre es un placer, a menudo supone un esfuerzo necesario para conseguir otros objetivos y sólo la consecución de estos justifica ese esfuerzo inicial. Educar es capacitar al alumno para realizarlo y convencerlo de que es un comportamiento válido para la vida. El fruto de esa magia a veces sólo lo veremos después de haber pasado el trago. No convenceremos de la conveniencia de la lectura a nuestros alumnos si no es a través de, al menos, uno de estos dos caminos. Conseguir que descubran la pasión de la lectura es entrar directamente en el camino de los sentimientos. La pasión se comunica con pasión, el placer disfrutando, la creatividad ejercitándola. Animar y motivar la lectura sólo se realiza con ánimo y motivación. Con actividades que así lo transmitan y con un clima permanente favorecedor de esa experiencia. Entramos de lleno en las actividades de animación lectora, el plan de lectura es claramente un Plan de animación a la lectura. Pero educar también es transmitir que leer resulta a menudo un esfuerzo árido pero que compensa en la vida y que nos va a aportar capacidades para crecer en ella. Un plan de lectura también ha de hacer posible esa experiencia: la del esfuerzo gratificante no necesariamente a corto plazo. Aportar al alumno los recursos necesarios para hacer de la lectura una experiencia satisfactoria, no frustrante y las pruebas habituales de que ese comportamiento es beneficioso. Se trata pues de un plan de transformación de la práctica educativa hacia un modelo menos verbalista, de mayor protagonismo del alumno en las situaciones de aprendizaje
o Porque hay un modelo humano que me lo contagia. Por último, adoptamos un comportamiento porque imitamos un modelo con el que nos queremos identificar. No me convencen los discursos de la persona, me convence la persona en sí. Me convence un comportamiento que le veo practicar. Me seduce la persona y me seduce el comportamiento. No adopto esa conducta tanto por un convencimiento racional como por un proceso de contagio. Entramos de lleno en el factor humano. ¿Cómo modificar esas prácticas sin hacerlo con la persona que las practica? No se disfrutará si antes el maestro no disfruta, no sentirá emoción si el maestro no se emociona, no habrá pasión si sólo percibe desapasionamiento, no leerá si no ve y escucha leer a su maestro, será un comportamiento que rechazará si rechaza el modelo de persona que le presenta el maestro. No modificaremos esas prácticas si a nuestra vez no sabemos y no queremos; plantearse ambas cosas es hablar de la formación permanente. El plan de lectura conlleva necesariamente un plan de formación.

PLAN DE LECTURA (3)



Qué es un Plan de Lectura y qué no es.

No es la hora de lectura, pero sí es la ocasión de establecer un tiempo y un espacio específico. No se trata sin más de establecer una hora de lectura dentro del horario lectivo del alumnado. La respuesta a los problemas lectoescritores no puede quedar limitada a las actividades que podamos desarrollar en ese tiempo. La respuesta ha de tener un carácter global en el que la hora de lectura es un instrumento, importante pero instrumento al fin y al cabo. La hora de lectura puede tener un sentido de un tiempo y un espacio acotados en el que la experimentación de una nueva manera de trabajar sea posible, de ejemplo y estímulo para la innovación. Este enfoque exige un cuidado exquisito con esa hora a la que no se puede tratar como un tiempo más del horario lectivo.

No es un plan de biblioteca, pero sí es la ocasión para crearnos y replantearnos como está organizada. El Plan de Lectura no es sin más la ocasión de montar la biblioteca. Sí es el pretexto ideal para dar el empujón necesario para ello: para completar su fondo, para organizarlo, para establecer los responsables, para abrirla a la comunidad educativa, para dinamizarla. Pero que no quede relegada a un lugar puntual sino convertirla en un auténtico centro de documentación y aprendizaje supone la implicación de todo el profesorado, una planificación rigurosa y un verdadero trabajo en equipo.

No es la ocasión de obtener recursos por obtenerlos pero sí para conseguir los necesarios para nuestros fines. Si el objetivo es conseguir recursos humanos, no los hay. Si es conseguir dinero, no merece la pena, no porque la subvención no merezca la pena, que no está mal, sino porque es engañarnos a nosotros mismos y, de alguna manera, degradarnos, movernos únicamente por alcanzar recursos públicos para luego no utilizarlos, sin ánimo real de cambiar verdaderamente nada. Pero hay que decir que la aportación económica desde la Consejería es importante y que quizá este es el momento para conseguirla pues es posible que cuando el Plan de Lectura se generalice ésta disminuya o desaparezca. Pero la pregunta primera no ha de ser ¿qué recursos? sino si los fines que pretendemos merecen la pena y si estamos dispuestos a realizar el esfuerzo para conseguirlos.

No es un Plan de un curso escolar. No vale si el planteamiento es: “este curso lo vamos a dedicar al Plan de Lectura”. Bueno es saber de entrada que los objetivos que persigamos sólo los vamos a ir alcanzando a medio y largo plazo, por lo que debe ser una labor nuestra y de los que vengan detrás, engarzada dentro de una planificación seria. Es necesario tener ésta perspectiva por dos cuestiones: 1) para no rebajar las pretensiones del Plan dejándolas en una mera historieta dentro de nuestra historia de centro, 2) para no intentar abarcar inútilmente todos sus objetivos en un solo curso; son necesarias reflexión y tranquilidad. Sin prisas pero sin pausas.

No es un plan de un grupo sino de todo el claustro. Las realidades son las que son y no las que a nosotros nos gustaría que fuesen. El Plan de Lectura puede surgir (y de hecho así será en la mayoría de los centros) de la iniciativa de un grupo de profesores, que sólo este grupo tenga más o menos clara su conveniencia y que se disponga a dar el impulso necesario para ir hacia delante animando, convenciendo en ocasiones y en otras, hasta forzando, al resto del claustro a participar en él. Pero ha de tenerse claro que el éxito o fracaso de un Plan así estriba en que se trate o no de un proyecto de centro asumido por todos. Éste puede que no sea un objetivo alcanzable de manera inmediata pero ha de estar presente permanentemente en la planificación y establecer en cada momento las estrategias adecuadas para ello.

No se trata de un Plan del área de Lengua sino totalmente interdisciplinar. Sin caer en tópicos tales como que todos los profesores somos profesores de lengua y que la lectura se viene trabajando a todas horas, tópicos que no se corresponden con la realidad ya que ésta no se trabaja con la eficiencia y constancia debida y hay una falta de vertebración de la lectura en el currículo escolar, la competencia lectora ha de ser un objetivo específico y procedimental del aprendizaje. Transformar el conocimiento en algo propio, autónomo, personal realizando prácticas sistemáticas de lectura comprensiva en todas las áreas y transformando los conocimientos adquiridos en procesos de escritura.

No es un plan del profesorado sino de toda la comunidad educativa. A menudo percibimos la frustrante sensación de que nuestros afanes son baldíos, que estamos sembrando sobre terreno yermo. A menudo demandamos la colaboración de las familias en esta tarea, pero no siempre sabemos ir más allá de este lamento. La colaboración de las familias en la consolidación del hábito de lectura es esencial para obtener los debidos frutos. Su implicación, no responde sólo (aunque sí principalmente) a los principales intereses de los principales protagonistas de este Plan (los alumnos y alumnas), sino que puede responder igualmente a un criterio de mera utilidad para el profesorado, que éste sepa y pueda obtener productividad a sus esfuerzos, y que por ello, facilite su trabajo a medio y largo plazo, multiplicando, a la vez, sus beneficios. Se trata de convertir el centro en una comunidad de lectores en la que profesorado, familia, agentes sociales y alumnado, asuman la tarea de leer más y de ayudar a leer a los que tienen más dificultades. Supone “convertir al alumnado en protagonista y agente activo de los procesos como usuario, armonizando los intereses personales con las intenciones educativas, y como gestor. Igualmente, permite la participación activa de las familias en todo el proceso como colaboradoras en la planificación, diseño, desarrollo y ejecución del Plan, así como en procesos formativos”. Esta pretensión debe plasmarse en objetivos y estrategias concretas que permitan visualizar el camino y sus pasos.

No es un plan de actividades aisladas. No se trata de adornar lo que habitualmente venimos haciendo sin plantearnos qué hacemos, por qué y para qué. Las actividades que se puedan desarrollar tienen sentido si están apoyando el trabajo diario que en todos los espacios, tiempos y áreas se está desarrollando a favor de la lectura. Si ambas partes son coherentes entre sí, van en el mismo sentido. En los juegos de animación lectora los niños se lo pasan bien (a veces), leen, pero no hacen lectores. Lo fácil es hacer animación lectora, lo difícil es desarrollar la competencia lectora y es el sistema de enseñanza y aprendizaje global el que será capaz o no de aportarle las capacidades para que realice las operaciones mentales necesarias para ello.

Es un plan que nos exige un permanente proceso reflexivo de formación y autoevaluación. Exige los tiempos y las voluntades necesarias para ello que permitan preguntarse con honestidad sobre nuestro punto de partida, las necesidades que tenemos y los recursos de los que disponemos, que establezca con realismo los objetivos a perseguir y las estrategias que se van a poner en juego para ello. Si se utiliza una metodología de investigación-acción el proceso de autoevaluación lo es a la vez formativo, y viceversa. Se debe tratar de un proceso de crecimiento personal y de centro. De enriquecimiento. Sólo así merecerá la pena este invento.

No se trata de un plan para hacer de entrada sino para ir haciendo. No podemos pretender elaborar el Plan perfecto desde el primer día, no tenemos que esperar a ello para ponernos en camino. Siendo importante el documento escrito lo es más el proceso, los momentos, los tiempos, las actitudes. Sin esto un documento fetén no vale de nada, comida para los ratones. Eso sí, plasmarlo por escrito nos ayuda a organizarnos y a no desorientarnos, a ser más conscientes de nuestra propia reflexión y de nuestro proceso. Pero eso, se irá haciendo.

domingo, 2 de enero de 2011

PROYECTO LINGÜISTICO DE CENTRO



La competencia en comunicación lingüística, como cada competencia, es, en gran medida, labor de todos. En todas las áreas y materias deberán desarrollarse actividades de aprendizaje que concreten los objetivos y contenidos ligados a la comprensión y a la producción oral y escrita. Exige trabajar en equipo y consensuar criterios, articular un conjunto de acuerdos que la comunidad escolar debe adoptar para hacer posible un trabajo coherente en la vida del centro en materia lingüística:
• Cómo y cuándo se abordará el aprendizaje formal del código escrito.
• Cuándo y cómo se introducirán las lenguas extranjeras.
• Qué secuencia de contenidos se prevé en cada una de las áreas de Lengua para garantizar la coherencia entre éstas y la progresión y la continuidad de los aprendizajes.
• Aumento del tiempo dedicado al aprendizaje de las competencias lingüísticas en todas las áreas del currículo de Educación Primaria.
• Cuáles serán los objetivos lingüísticos consensuados para las áreas no lingüísticas. Presencia en las programaciones didácticas de todas las áreas de Educación Primaria y en las programaciones de aula de un apartado especial para el desarrollo de las competencias lingüísticas relacionadas con sus contenidos.
• Cómo se evaluará el desarrollo de la competencia lingüística en las áreas no lingüísticas.
• Cómo atender al alumnado extranjero que no conoce la lengua de instrucción del centro, qué intervención educativa se propone, con qué apoyos, en qué momentos se les atenderá en grupos pequeños o individualmente, qué contenidos aprenderán en su grupo de referencia.
• Qué acciones, aunque sean extraescolares, está previsto adoptar para favorecer que alumnos y alumnas inmigrantes mantengan y mejoren su lengua materna.
• Qué y cómo se organizan los apoyos en los grupos ordinarios para el alumnado que tiene dificultades. Y, en el caso de recibir atención fuera del aula, cómo se coordina con el trabajo de su grupo.
• Qué criterios se han de adoptar para trabajar contenidos de distintas áreas en Lengua extranjera.
• Aumento del tiempo dedicado al desarrollo del lenguaje, la capacidad de leer y escribir y las aptitudes preliminares a la lectura entre el alumnado de Educación Infantil.
• Elaboración de un Plan de Lectura de Centro, consensuado por el profesorado de todas las áreas, en el que se implique a todo el profesorado en el aprendizaje de las competencias lingüísticas dentro y fuera del aula.
• Uso generalizado de la biblioteca escolar, que debe estar bien atendida, organizada y dotada con los suficientes recursos como para responder a las necesidades lectoras del centro incluida la animación a la lectura. Inclusión del uso de la biblioteca escolar en las programaciones didácticas de todas las áreas del currículo, facilitando especialmente su utilización al alumnado con menos recursos económicos.
• Necesidad de contextos alfabetizados donde niños y niñas observen numerosos actos de lectura y escritura en distintos contextos y situaciones.
• Relevancia a la verbalización, la explicación en voz alta, de lo que se está aprendiendo, de lo que se piensa y se siente. El profesor como constructor de relatos.
• Cómo planificar las secuencias de aprendizaje que garantice el desarrollo de esta competencia. Común a todas las competencias, está el organizar la enseñanza por tareas:
o Una tarea requiere la realización de un producto final, la resolución de un problema comunicativo oral y/o escrito.
o Ha de relacionase con una actividad de comunicación real, con un objetivo claro y concreto, asociado a una comunicación relacionada con los ámbitos de uso.
o Requiere la activación previa de las competencias del alumnado para fomentar su activación mental y supone su implicación personal en la planificación, realización y comunicación de la tarea.
o El producto final debe ser resultado, en todo o en parte, del trabajo cooperativo.
o Aprender por tareas hace hincapié en el desarrollo de competencias porque se pone el acento en el desarrollo de habilidades y estrategias que suponen que aprender es aprender a hacer.
o El aprendizaje por tareas requiere tiempo en su planificación y realización.
o Aprender por tareas supone atender a la diversidad, acercar a los alumnos a aspectos de su interés y proporcionarles experiencias de éxito.
o La realización de tareas es indisociable hoy en día del acercamiento a todo tipo de fuentes y obras de referencia, del manejo de información.

De entre todas las tareas a afrontar establecer cuales serán los RETOS a llevar a cabo de forma prioritaria. A modo de ejemplo podrían ser:
• Presencia de la lectura la escritura en todas las áreas.
• Elaboración de contextos significativos.
• Elaboración de un entorno lingüístico de aprendizaje .



Buena parte de esta entrada se ha extraído del libro COMPETENCIA EN COMUNICACION LINGÜISTICA de PEREZ ESTEVE, PILAR y ZAYAS, FELIPE. ALIANZA EDITORIAL