lunes, 15 de noviembre de 2010

LA PROGRAMACIÓN, PRODUCTO O PROCESO.

La programación didáctica puede entenderse de dos maneras muy diferentes: como proceso o como producto. La idea de trabajo en equipo, el carácter colaborativo del mismo, la práctica reflexiva, los planteamientos sincrónico y diacrónico, la cultura de centro y el carácter integrado, todo ello, está haciendo referencia a la idea de proceso, a un conjunto de fases sucesivas en las que en cada una de ellas se toman unas decisiones y se ejecutan una serie de actuaciones. Este proceso persigue, es obvio, un resultado final, un producto, un plan o proyecto de lo que se piensa realizar. Todo ello pone de manifiesto un contiuum: ese proceso alcanza como resultado un producto, pero éste no se trata de un producto final, sino que abre la puerta a un nuevo proceso, la actuación sobre la realidad genera una nueva reflexión y obliga a unas nuevas decisiones. El proyecto no se trata, pues, del punto y final del proceso, sino que forma parte engarzada en ese proceso educativo, es un eslabón más del mismo. Lo importante en educación es esa filosofía del proceso, exigir la programación como producto (los papeles que responden a un planteamiento canónico establecido por una orden legal) sin cuidar el proceso a seguir para alcanzarla, es devaluar, evidentemente el proceso, pero también el producto, la “programación” en sí. El cambio, la mejora, se produce cuando se avanza en el trabajo en equipo, cuando se reflexiona en común, cuando se asume el carácter educador del centro como unidad y nuestra responsabilidad compartida en las diferentes ramificaciones de la educación; cuando se asume el carácter sincrónico y diacrónico que supone renuncia a nuestro protagonismo para otorgar un mayor protagonismo al alumno; cuando todo eso intenta plasmarse en un producto escrito final que recoge las intenciones educativas y la secuencia de actuaciones a llevar a cabo, producto necesariamente limitado y deseoso de ser revisado al entrar en contacto con la realidad. La identificación sin más de ese producto con el documento escrito y el énfasis en las estrategias (¿artimañas?) para alcanzarlo, no forma, no cambia, no mejora, únicamente refuerza la cultura del engaño y la de la desprofesionalización.

Criterios para la elaboración de la programación.


- Una buena programación es como una buena práctica educativa, una tarea de tiempo, casi de toda la vida profesional. Siempre la podemos mejorar, ajustar a la práctica que realizamos. Ni se puede ni se debe realizar en un corto espacio de tiempo simplemente por requerimientos administrativos.
- La programación ha de servir a la práctica real. No se puede fomentar la desconexión entre teoría (programación) y práctica. La programación es fruto de la reflexión conjunta e individual, si la programación no aporta nada a la práctica estamos también desmotivando la reflexión. No hay que hacer programaciones irrealizables, sino ser consciente de los objetivos a largo, medio y corto plazo, y de los recursos de los que disponemos y establecer qué vamos a intentar en un curso escolar y de qué manera.
- Hay que encajar la programación anual en una de más largo alcance que abarque un medio plazo y en la que queden explícitas las distintas fases del proyecto.


Consejos

1. No asustarse. Esto plantea un reto enorme que es imposible realizarlo de un golpe. No debemos intentar hacer la revolución en unos días como tampoco abandonar el intento de ir mejorando por el hecho de que el camino que se abra sea inmenso. Es toda una vida la que se abre y la vida no la podemos encerrar sin más en cuatro rutinas aprendidas.
2. No agobiarse por la programación. Tener claro que la programación que hagamos ahora estará mal ya que vemos que casi todo está por pensar y por hacer. Importa el sentido de la realidad, la intención de mejorar la práctica, la calma y la reflexión. Importa hacer bien el trabajo, no hacerlo pronto. Importa más la práctica que los papeles, estos están al servicio de la primera. Mejoraremos la programación en la medida en que vayamos mejorando la práctica, y viceversa. Es cuestión de tiempo.
3. No intentar abarcar todo de golpe. Las competencias plantean una selección de contenidos, en la propia filosofía se encuentra una priorización en el trabajo por competencias. Sin abandonar su carácter integrador e interdisciplinar puede plantearse centrar el principal esfuerzo en unas pocas de ellas: la competencia lingüística que ya estamos trabajando con los Planes de Lectura y concretar la manera de trabajar alguna de las competencias comunes e incluso en alguna de las otras.
4. Ir poco a poco. No se trata de tirar la casa para hacer una nueva sino de ir practicando reformas en ella que cada vez nos la haga más habitable. Si no nos atrevemos a dar un vuelco radical a nuestra práctica ir incorporando pequeños pasos. Atrevernos, si es posible, con una Unidad Didáctica al mes o ir introduciendo tareas adecuadas en las unidades que trabajemos. Ir soltando amarras poco a poco de la “editorialitis” que nos afecta.
5. No hay que caer en el derrotismo. Habrá cosas que hacemos que quizás sean totalmente revisables pero con seguridad habrá muchas otras que no será así. Nos encontraremos con tres posibilidades:
 Mantener las prácticas actuales que sean válidas: análisis de concepciones previas, elaboración de proyectos, trabajo en equipo del profesorado, relación familia-centro…
 Modificar algunas prácticas: definir y seleccionar actividades que sólo son útiles en el contexto académico…
 Incorporar algunas prácticas nuevas: analizar las tareas que el profesorado propone a su alumnado, desarrollar tareas compartidas en el currículum formal, informal y no formal…
6. Organizarnos, coordinarnos, no establecer la guerra cada uno por su cuenta, planificar. Hay que tomar decisiones que:
 Abarquen las distintas áreas del currículo.
 Conlleven decisiones de centro que afecten a todos los espacios y tiempos del mismo.
 Impliquen un proceso de profundización y acuerdo acerca de los aspectos que conlleva y de de secuenciación coherente de las estrategias de trabajo de los mismos a lo largo de toda la escolarización del alumno.
 Supongan una mejora de la práctica educativa para una mejor consecución de los objetivos.
Por la amplitud de sus objetivos se trata de un proceso que difícilmente puede alcanzar los mismos con carácter inmediato por lo que es totalmente necesaria su planificación y secuenciación a lo largo de los diferentes cursos escolares, es decir:
 Deben quedar reflejados sus objetivos en el Proyecto Educativo de Centro.
 Deben quedar reflejados sus contenidos y estrategias en el Proyecto Curricular de Centro.
 Se deben acordar en cada curso escolar los objetivos a conseguir en ese periodo y las estrategias a utilizar, así como la concreción de las mismas y quedar lo mismo reflejado en la Programación General Anual.
 Se debe realizar un seguimiento periódico en los equipos de ciclo y el claustro de la puesta en práctica de los acuerdos adoptados y una evaluación de los mismos al final de cada curso escolar.
 Hay que habilitar espacios y tiempos de reflexión acerca de la concreción de las estrategias acordadas en los distintos niveles educativos y de formación y profundización en las mismas.
 Los objetivos implican procesos y las estrategias son propuestas de trabajo sobre los mismos muy difícilmente abarcables su totalidad en un solo curso escolar y también susceptibles de una secuenciación de su abordaje a lo largo de ellos.
 Las estrategias de centro luego deben ser adaptadas a cada nivel y área por los maestros tutores y especialistas.
7. El viaje de miles de kilómetros empieza por un solo paso. Éste es el paso que se nos pide, el que tenemos que hacer bien, el paso que esté a nuestro alcance y el ánimo para seguir caminando andando y desandando caminos cuando sea necesario. Se hace camino al andar, sólo al andar.

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