jueves, 13 de enero de 2011

PLAN DE LECTURA (2)




¿Por qué leemos? Verdades de Perogrullo.

No se lee por grandes reflexiones metafísicas. La verdad es mucho más sencilla. Sólo lee quien puede y quien quiere. Leemos porque podemos y porque queremos:

- Leemos porque podemos.
Podemos leer simplemente por dos factores: porque sabemos hacerlo y porque tenemos a nuestro alcance recursos para poder hacerlo.
o Sabemos leer: es decir, tenemos las competencias adecuadas. No podremos empeñarnos en que lea quien no sepa leer. Evidentemente, un plan de lectura para aquellos que no saben leer debe empezar por enseñarles a hacerlo. Nos podemos encontrar con alumnos que, encontrándose al final de Primaria, no poseen las competencias adecuadas para utilizar la lectura, mucho menos para disfrutar con ella. El primer componente de un buen plan de lectura se debe tratar de un buen plan de competencia lectora. Una planificación de las microhabilidades necesarias para una buena competencia lectora, un proceso de paso del excesivo verbalismo a unos saberes de tipo procedimental que convierta los actos que se celebran en el aula en actos de aprendizaje más que de enseñanza, un establecimiento de rutinas que acostumbren al alumno a enfrentarse a un texto informativo, una planificación del trabajo con técnicas de estudio, un trabajo de los esquemas mentales y de las estrategias cognitivas que subyacen en el acto lector propiamente dicho.
o Tenemos libros a nuestro alcance:
Hay libros y son libros que me interesan o son útiles. resulta una obviedad no tan obvia. Sólo lee libros quien los tiene y le son de algún interés. Con cuantos colegios no podemos encontrar que o no tienen libros o si los tienen resultan absolutamente inapropiados, los de carácter informativo son escasos y, frecuentemente, inaccesibles; los de literatura infantil y juvenil manoseados y una castaña. Plantearse un Plan de Lectura supone establecer un plan de dotación de libros. Equilibrar el fondo bibliográfico del centro entre libros de literatura infantil y juvenil y de consulta y hacerlo con arreglo a unos criterios de calidad y de carácter educativo.
Están en un lugar al que puedo acceder con facilidad. A veces hay libros pero se encuentran bajo siete llaves, en aquel cuarto oscuro al que nadie tiene permitido el acceso y solo del que de vez en cuando el maestro rescata algún ejemplar de sus profundidades. Un plan de lectura ha de ser también un plan de creación, organización y gestión de las bibliotecas de aula y de centro. Se trata de catalogar libros, pero no sólo de eso, sino de conseguir unos espacios adecuados que faciliten y animen la lectura, de una organización que el alumno sienta como suya y en la que se sienta cómodo, unos lugares cercanos en los que se viva ese punto y aparte de la lectura.
Hay un tiempo en el que puedo leer. Podemos tener libros, podemos tener miles de ellos prodigiosamente catalogados, tejuelo a tejuelo, podemos tener nuestras preciosas bibliotecas admiración de los más reputados estetas, podemos incluso tener nuestro horario de cambio de libros perfectamente regulado y, sin embargo, seguir percibiendo que continúa siendo una anécdota más en el centro. Un plan de lectura ha de suponer también un plan de organización de los tiempos escolares en el que se fije un horario amplio de apertura de la biblioteca del centro como lugar de estancia tranquila y útil, una organización de los tiempos semanales que la rentabilice en todas las áreas y niveles, la institucionalización de unos momentos diarios en los que la lectura libre y espontánea pueda tener lugar, establecer en el horario semanal un momento específico e intocable para la enseñanza, práctica y animación lectora.
No es algo puntual en nuestra vida. No se trata de funcionar a impulsos, respondan a un estimulo exterior o sean fruto de nuestra anárquica creatividad. Convertir el centro, por unos días en lo más de lo más de la animación lectora, para pasados esos días volver a la triste rutina diaria. Las grandes ideas están bien pero están mejor si responden a un plan más amplio y están instaladas en un proyecto que abarca el resto de las tareas educativas que se desarrollan en el colegio. La renovación de estas prácticas no puede limitarse a un día, ni a una semana, ni a unas cuantas semanas del curso, ni siquiera a un curso escolar. Se trata de sistematizar esa renovación a lo largo de la etapa escolar de cada uno de nuestros alumnos. Ellos son la razón de ser de esa renovación y tienen derecho a que los funcionarios responsables de su educación se comprometan a una planificación a medio y largo plazo que permita ver los frutos deseados. Estamos hablando de la necesidad de que el plan de lectura sea un Plan de centro que se fije objetivos amplios para ese medio plazo y objetivos realistas para el corto, que se fije estrategias (habituales, rutinarias) a aplicar por todos y que todos se comprometan a realizar ese esfuerzo sostenido en el tiempo.


- Leemos porque queremos. Son muchos los ejemplos a nuestro alrededor por los cuales una persona se encuentra con la situación ideal para ser lectora y, sin embargo, inevitablemente parece empecinarse en no leer. Sencillamente no lee porque no quiere. ¿Por qué motivos adoptamos un comportamiento? Fundamentalmente por dos motivos: porque se trata de un comportamiento que me atrae por las razones que sean o porque la que me atrae es la persona que lo tiene y yo, en el fondo, quiero parecerme a ella.
o Porque se trata de un comportamiento que me atrae. Un persona decide adoptar un comportamiento bien porque en si mismo le resulta placentero o, aún no siendo placentero en lo inmediato, supone una gratificación posterior que lo rentabiliza haciéndolo merecer la pena. Estamos empeñados en transmitir a nuestros alumnos el placer que representa la lectura, el disfrute que se consigue en el acto mismo de leer. la magia de la lectura. Así es con frecuencia, pero leer no siempre es un placer, a menudo supone un esfuerzo necesario para conseguir otros objetivos y sólo la consecución de estos justifica ese esfuerzo inicial. Educar es capacitar al alumno para realizarlo y convencerlo de que es un comportamiento válido para la vida. El fruto de esa magia a veces sólo lo veremos después de haber pasado el trago. No convenceremos de la conveniencia de la lectura a nuestros alumnos si no es a través de, al menos, uno de estos dos caminos. Conseguir que descubran la pasión de la lectura es entrar directamente en el camino de los sentimientos. La pasión se comunica con pasión, el placer disfrutando, la creatividad ejercitándola. Animar y motivar la lectura sólo se realiza con ánimo y motivación. Con actividades que así lo transmitan y con un clima permanente favorecedor de esa experiencia. Entramos de lleno en las actividades de animación lectora, el plan de lectura es claramente un Plan de animación a la lectura. Pero educar también es transmitir que leer resulta a menudo un esfuerzo árido pero que compensa en la vida y que nos va a aportar capacidades para crecer en ella. Un plan de lectura también ha de hacer posible esa experiencia: la del esfuerzo gratificante no necesariamente a corto plazo. Aportar al alumno los recursos necesarios para hacer de la lectura una experiencia satisfactoria, no frustrante y las pruebas habituales de que ese comportamiento es beneficioso. Se trata pues de un plan de transformación de la práctica educativa hacia un modelo menos verbalista, de mayor protagonismo del alumno en las situaciones de aprendizaje
o Porque hay un modelo humano que me lo contagia. Por último, adoptamos un comportamiento porque imitamos un modelo con el que nos queremos identificar. No me convencen los discursos de la persona, me convence la persona en sí. Me convence un comportamiento que le veo practicar. Me seduce la persona y me seduce el comportamiento. No adopto esa conducta tanto por un convencimiento racional como por un proceso de contagio. Entramos de lleno en el factor humano. ¿Cómo modificar esas prácticas sin hacerlo con la persona que las practica? No se disfrutará si antes el maestro no disfruta, no sentirá emoción si el maestro no se emociona, no habrá pasión si sólo percibe desapasionamiento, no leerá si no ve y escucha leer a su maestro, será un comportamiento que rechazará si rechaza el modelo de persona que le presenta el maestro. No modificaremos esas prácticas si a nuestra vez no sabemos y no queremos; plantearse ambas cosas es hablar de la formación permanente. El plan de lectura conlleva necesariamente un plan de formación.

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